Caminos

Casi al final del camino,
brotó la primavera
y se me llenaron los ojos de verano.

Se alejan en la memoria las veces
en las que el viento me sopló en contra.
Las ocasiones en las que naufragué
cuando casi rozaba la orilla.
Los meses en los que atraqué en puerto
esperando al tiempo de la normalidad.

Entonces, en ese pasado tan reciente
que todavía no puede ser recuerdo,
siempre hubo faros,
ojos que me guiaron,
abrazos que curaron,
sonrisas que confiaron,
palabras para creer
cuando se pierde la fe
(en una misma).

Ahora,
consciente del momento,
de lo efímera que es la alegría,
solo me sale sonreír
y guiñarle un ojo a la vida.

Porque nos pusimos de acuerdo para coincidir
y esta vez, sí.
Todo nos salió bien.

Maldito mundo

El mundo aún no se ha curado de una pandemia
y ya está tratándose heridas de una guerra más.

Se nos mezclan en el pensamiento
errores y horrores,
fronteras y fracasos
sombras en la oscuridad,
territorios que dejan sin tierra.

Se nos revuelve a cada rato lo que no se resuelve.
Las imágenes de los trenes que se marchan
y las personas que no regresan.
Los pasos lentos de quien no quiere huir
hacia la única salida salvable
pero que hará saltar por los aires la existencia hasta ahora conocida.

Se nos ahoga la esperanza que habíamos intentado que no naufragase.
Late el miedo en el corazón,
la tristeza más profunda se aloja en millones de miradas
y las caricias se distancian de los cuerpos en los que querían quedarse a hacer vida.

Los amaneceres despiertan prisioneros
por el poder más ruín,
la desidia nos ha secuestrado los sueños
al caer la noche.

Y se callan las palabras
tras gritar:
Injusto mundo,
mundo maldito
que te dejaste hacer
lo que nunca quisimos que fueses.

Fechas

Yo quisiera que algunas fechas no fuesen una luz de alarma en mi memoria.
Que no me golpeasen como una ráfaga de viento inesperado al girar la esquina de una calle.
Que no alterasen a un corazón que solo busca calma.

Yo quisiera que tu nombre se me hubiese olvidado.
Pero aún me tiemblan las manos
como aquel día en que se me quedaron vacías de las letras que te definían.
No quisiera,
mas acarician los poros de mi cuerpo cada cierto tiempo
y se me eriza la piel al pensarlo.
Y al pensarte.

13 de marzo, un año después

Un año de «solo serán dos semanas»,
de una nueva forma de trabajar,
de relacionarnos,
de sentir,
de sobrevivir…

El aniversario de un tiempo
que empieza a cansar,
que se nos escapa sin poder hacer nada,
que perdimos,
que nos dejó perdidos…

Caminamos sobre la fragilidad de la existencia.
Sentimos, al mirar atrás, el vértigo del precipicio.
Temblamos, sabedores de que nadie está a salvo.
Vivimos, en fin, en la frontera de lo que éramos
y la persona que hemos tenido que crear
para soportar estas circunstancias.

Tenemos grietas en la piel por falta de caricias
y el ánimo es una sombra que se arrastra junto a nosotros pero a veces pesa.
Tenemos la alegría confinada, en cuarentena, perimetrada… lejos, a mucha distancia, y tiempo, de la risa.
Tenemos en vilo el día de mañana,
como si el futuro,
que aún no es nuestro,
que todavía no llega,
tampoco pudiésemos soñarlo.

Y tenemos una deuda con nosotros mismos:
vivirnos y vivir…
Cuando se pueda.
Ahora.
Ya.
Hoy.

Atípico

Amanecemos llenos de silencios
y el día se nos va llenando de ruidos,
los que permitimos y los que nos llegan sin querer.
Hoy el día sonó tanto que se me han escapado todas las horas, casi todos los cielos, como si me hubiese abandonado al momento, o como si estuviese desacostumbrándome a esta rutina impuesta.
Tampoco he sabido muy bien dónde he puesto mis sentimientos, como quien anda perdida buscando el lugar en el que encontrarse.