Escribo en los días tristes de otoño,
la tormenta cae sobre las letras.
El dolor se hace voz, ahoga al llanto.
La emoción deja brotar las palabras,
incluso aquellas que cuentan
lo que nuestra cobardía nos impide decir.
Escribo ante los instantes de felicidad,
los sueños se perpetúan entre líneas.
La alegría suena, escapa la risa.
La caligrafía huye de trazos lánguidos
y en mayúsculas narra
lo que la vida ofrece a cada paso.
Escribo bajo el dictado de tus labios,
los signos se convierten en literatura.
Las ideas vuelan, refugian los cuadernos.
La fugacidad se torna infinita
y en tus gerundios se balancea
el tiempo que nunca perdimos.