Correr en sentido contrario de la operación bikini.
Ignorar las palabras que quieren hacer daño
y a quienes vienen a juzgar.
Escribir poesía para combatir al que inventa historias.
Tirarle arena al miedo.
Salpicar a la tristeza de alegría.
Acariciar cada imprecisión imperfecta de tu piel y convencerte de que todo encaja.
Llenar las copas que no se vaciaron para volver a brindar.
Reír y contar las arrugas nuevas que nacieron de cada buena carcajada.
Cantar una canción inventando estrofas
y sin acertar una nota.
Encontrarle el ritmo a todas las melodías para poder bailarlas.
Sentirse luz.
Morder la noche.
Pegarle un bocaito a la mañana.
Comerme los calendarios.
Beberme la vida. A sorbos.
Pedir otra ronda.
Y otra.
Y otra.
Y otra…